Todo el mundo sabe que los cocineros y las cocineras tienen montones de armarios repletos de objetos, algunos casi inverosímiles. Cuando la cocinera empieza a lanzar cosas contra la Duquesa y su niño, uno se pone a pensar en esos objetos almacenados por todas partes y en el diluvio que se va a preparar. Porque además de lo que la cocinera lanza de forma expresa seguro que también le podría lanzar …
Mientras estaba pensando qué tema elegir, la cocinera apartó la olla de sopa del fuego, y comenzó a lanzar todo lo que caía en sus manos contra la Duquesa y el bebé: primero los hierros del hogar, después una lluvia de cacharros, platos y fuentes. La Duquesa no dio señales de enterarse, ni siquiera cuando los proyectiles la alcanzaban, y el bebé berreaba ya con tanta fuerza que era imposible saber si los golpes le dolían o no.
–¡Oh, por favor, tenga usted cuidado con lo que hace! –gritó Alicia, mientras saltaba asustadísima para esquivar los proyectiles–. ¡Le va a arrancar su preciosa nariz! –añadió, al ver que un caldero extraordinariamente grande volaba muy cerca de la cara de la Duquesa.