Yo soy yo y tú eres…
Mejor lee tú mismo la conversación entre la Oruga y Alicia:
–¿Quién eres tú? –dijo la Oruga.
No era una forma demasiado alentadora de empezar una conversación. Alicia contestó un poco intimidada:
–Apenas sé, señora, lo que soy en este momento… Sí sé quién era al levantarme esta mañana, pero creo que he cambiado varias veces desde entonces.
–¿Qué quieres decir con eso? –preguntó la Oruga con severidad–. ¡A ver si te aclaras contigo misma!
–Temo que no puedo aclarar nada conmigo misma, señora –dijo Alicia–, porque yo no soy yo misma, ya lo ve.
–No veo nada –protestó la Oruga.
–Temo que no podré explicarlo con más claridad –insistió Alicia con voz amable–, porque para empezar ni siquiera lo entiendo yo misma, y eso de cambiar tantas veces de estatura en un solo día resulta bastante desconcertante.
–No resulta nada –replicó la Oruga.
–Bueno, quizás usted no haya sentido hasta ahora nada parecido –dijo Alicia–, pero cuando se convierta en crisálida, cosa que ocurrirá cualquier día, y después en mariposa, me parece que todo le parecerá un poco raro, ¿no cree?
–Ni pizca –declaró la Oruga.
–Bueno, quizá los sentimientos de usted sean distintos a los míos, porque le aseguro que a mi me parecería muy raro.
–¡A ti! –dijo la Oruga con desprecio–. ¿Quién eres tú?
Con lo cual volvían al principio de la conversación.

Y con tanto tú y tanto yo casi casi quienes nos perdemos somos nosotros. ¿Por qué no me explicas esta conversación entre la Oruga y Alicia?
Tienes dos posibilidades:
Una: Como narrador que eres puedes utilizar el que para los diálogos y decir por ejemplo que Oruga le preguntó a Alicia que quién era
o (dos) usar un estilo más directo y decir: Oruga preguntó a Alicia: – ¿Quién eres?
Incluso puedes intentar una tercera posibilidad mezclando las dos formas anteriores. Ahora de forma directa y ahora de forma indirecta.