A los loros no les gusta confesar su edad. Hablan y hablan pero cuando les preguntas que cuántos años tienen se hacen los despistados o salen con evasivas, se van por la ramas (cierto, se van por las ramas) …
Eso le acurre a Alicia, ya lo sabes por la propuesta anterior, que tras llevar un rato hablando con el Loro este le dijo:

… «soy más viejo que tú, y tengo que saberlo mejor». Y como Alicia se negó a darse por vencida sin saber antes la edad del Loro, y el Loro se negó rotundamente a confesar su edad, ahí acabó la conversación.
Y el Loro debía tener buenas razones para no decir su edad. Ya se sabe que este tema a muchas personas e incluso a algunos animales les resulta bastante incómodo.
Con un poco de imaginación, sin embargo, tú puedes adivinar perfectamente, qué motivos tiene el Loro para no hablar de su edad.
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